lunes, 12 de abril de 2010

2012: ¿Catástrofe o Ascensión?


No es por joder que insisto con el tema, es que estoy emocionada. Estamos en la cúspide de la transformación del mundo. “¡Despierten!”, dice Don Alejandro, representante del Consejo de Ancianos Mayas, nombrado embajador por el presidente de Guatemala, Alvaro Colom en junio de 2008. “En junio del año 1994 tuve el honor y la bendición del Corazón del Cielo de conocer a don Alejando Cirilo Pérez Oxlaj, que ha tenido la paciencia de enseñarme esos principios, esos veinte días del calendario, esas sabidurías astrales; sigo siendo su alumno.”

Las coincidencias no existen, y cada acontecimiento tiene su razón. Centro América se perfila como el nexo entre el Sur y el Norte y nos da un ejemplo de sabiduría, tolerancia y respeto hacia las culturas indígenas y su Cosmovisión. Si alguno no lo sabe, el foco del mundo espiritual en los últimos años está en nuestra América, en el mundo Maya y sus ancestros, donde se unen el Cóndor y el Águila, los poderosos guardianes del cielo.

Las profesías Mayas nos hablan del término de un ciclo, no de la destrucción del mundo. Si así fuera, veríamos al pueblo indígena construyendo refugios bajo la tierra para protegerse ellos y sus descendientes. No es lo que ocurre. En su lugar se celebran ceremonias para honrar a la tierra, al sol y al mundo antiguo. Ha sido el propio Don Alejandro, quien se ha encargado de hacer público el mensaje de los ancestros. Tanto los Hopis como los Mayas reconocen que nos aproximamos al final de una era, que vivimos en una transición hacia un mundo nuevo. La forma de esa transición depende de las elecciones que hagamos en estos tiempos. El llamado es a que tomemos conciencia y reconozcamos quienes somos y lo que realmente vale la pena. Podemos resistirnos al cambio o aceptarlo, haciendo de la transición un proceso catastrófico o de paz y tranquilidad.

Los esfuerzos están en que nos reconozcamos como parte de un todo con la naturaleza y sus criaturas, que cuidemos nuestros recursos naturales, que respetemos la vida y a cada ser sobre la tierra. El planeta ha llegado a un punto crítico y es responsabilidad de cada uno impulsar los cambios que sean necesarios. No es necesario estar en el poder, ni esperar a que otro lo inicie, cada uno tiene en sus manos un poder ilimitado. El desafío de estos tiempos es descubrir que ese poder radica en nuestro corazón, en la energía de nuestras intenciones, en la conciencia colectiva y transformadora, en la capacidad creativa de las nuevas ciencias y las nuevas medicinas, en las soluciones sustentables y en el espíritu solidario que aflora en cada catástrofe. No tenemos mucho tiempo, el futuro está más cerca de lo que creemos. ¡Despertemos!